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.[ Dimensiones paralelas ].

•☆[bєѕσ: ∂uℓcє єncuєиtяσ, ∂єѕρuéѕ ∂є υиα ℓαяgα вúѕquє∂α]☆•




He leído que cuando nos reímos utilizamos 15 músculos de la cara. Aunque no nos demos cuenta quince músculos se mueven a la vez. El mismo artículo decía que cuando gritamos usamos 13 músculos; y cuando andamos en bicicleta, 9. Al parecer cuando besamos a alguien es cuando más músculos se mueven: 34 músculos.



El artículo no lo decía pero existen muchas clases de besos: besos de pasión, besos de amistad, besos que no dicen nada y otros que lo dicen todo. Quizás por eso un beso signifique tantas cosas porque después de darlo no es necesario hablar, está dicho todo.



Ser feliz 
no significa que todo sea *PeRfeCto*
quiere decir que has decidido ver más
allá de las imperfecciones!!

•☆[ℓσ ѕιмρℓє у ρrσfun∂σ ∂є ∂σѕ ραℓαвяαѕ]☆•


•☆[ℓα tяιѕtєzα у ℓα fuяια]☆•


  
En un reino encantado donde los hombres nunca pueden llegar, o quizás donde los hombres transitan eternamente sin darse cuenta...

En un reino mágico, donde las cosas no tangibles, se vuelven concretas...

Había una vez... un estanque maravilloso.

Era una laguna de agua cristalina y pura donde nadaban peces de todos los colores existentes y donde todas las tonalidades del verde se reflejaban permanentemente...

Hasta ese estanque mágico y transparente se acercaron a bañarse haciéndose mutua compañía, la tristeza y la furia.

Las dos se quitaron sus vestimentas y desnudas las dos entraron al estanque.

La furia, apurada (como siempre esta la furia), urgida -sin saber por qué- se bañó rápidamente y más rápidamente aún, salió del agua...

Pero la furia es ciega, o por lo menos no distingue claramente la realidad, así que, desnuda y apurada, se puso, al salir, la primera ropa que encontró...

Y sucedió que esa ropa no era la suya, sino la de la tristeza...

Y así vestida de tristeza, la furia se fue.

Muy calma, y muy serena, dispuesta como siempre a quedarse en el lugar donde está, la tristeza terminó su baño y sin ningún apuro (o mejor dicho, sin conciencia del paso del tiempo), con pereza y lentamente, salió del estanque.

En la orilla se encontró con que su ropa ya no estaba.

Como todos sabemos, si hay algo que a la tristeza no le gusta es quedar al desnudo, así que se puso la única ropa que había junto al estanque, la ropa de la furia.

Cuentan que desde entonces, muchas veces uno se encuentra con la furia, ciega, cruel, terrible y enfadada, pero si nos damos el tiempo de mirar bien, encontramos que esta furia que vemos es sólo un disfraz, y que detrás del disfraz de la furia, en realidad... está escondida la tristeza.


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•☆[νινιя ѕσℓσѕ, мσяιя juntσѕ]☆•



•☆[tσ∂σ σ nα∂α]☆•



Después de todo, todo ha sido nada, a pesar de que un día lo fue todo. Después de nada, o después de todo supe que todo no era más que nada.
Grito «¡Todo!», y el eco dice «¡Nada!». Grito «¡Nada!», y el eco dice «¡Todo!». Ahora sé que la nada lo era todo, y todo era ceniza de la nada. No queda nada de lo que fue nada. (Era ilusión lo que creía todo y que, en definitiva, era la nada.)
Qué más da que la nada fuera nada si más nada será, después de todo, después de tanto todo para nada.
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•☆[єℓ ρℓαcєr dє ℓαѕ ραℓαвrαѕ]☆•


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Todo en aquella historia empezó a tener sabor de despedida...
Sabré recordar lo que nunca sucedió. 
El océano del tiempo tarde o temprano nos devuelve los recuerdos que enterramos en él. Todos tenemos un secreto encerrado bajo llave en el ático del alma. Éste es el mío. 

El tiempo y la memoria, historia y ficción, se fundían en aquella ciudad hechicera como acuarelas en la lluvia. Fue allí, al eco de calles que ya no existen, donde catedrales y edificios fugados de fábulas, de monumentales fachadas y angulosas siluetas de colores arcillosos a modo de rompecabezas de torreones, arcos y alas en tinieblas, tramaron el decorado de esta historia. Estas interminables galerías de calles, rehenes de su pasado moribundo, dejadas al abandono, en las que la memoria parecía flotar, yacían en perpetua penumbra, siempre envueltas en un eco espectral, veladas de vapor fantasmal, embrujadas de un silencio mortal donde las sombras sonreían al reflejo de los cirios y farolas, donde la brisa susurraba una advertencia sin palabras.
A veces, cuando cruzaba frente a verjas oxidadas con fascinación morbosa, siguiendo un rastro hipnótico, me parecía sentir miradas recelosas desde los postigos despintados.Ojos amarillos encendidos en la penumbra, clavados en mí como dagas. 
Me acerqué y posé las manos sobre los barrotes de la entrada. El metal estaba frío.
Desde allí, la Luna iluminaba el rostro pálido de los ángeles de piedra de una fuente, esculturas que el tiempo había vestido de musgo. Su sombría figura se erguía soberbia. 
Me observaban. Esperaba que aquellos seres saltasen de sus pedestales y se transformasen en demonios armados de garras lobunas y lenguas de serpiente.
Láminas de luz vaporosa se filtraban desde una puerta entreabierta de donde manaba un tenue sonido, cual canto de sirena cautivo en un viejo y polvoriento gramófono...

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[Adaptación e inspiración de un texto del libro "Marina"- Carlos Ruíz Zafón]

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